martes, 6 de enero de 2015

Mitos sobre los alimentos crudos.



Con la moda "Vegano" y comer crudo como forma de mantenerte ano, creemos conveniente que en salud paratu cuerpo hablemos de la dieta crudívora que elimina toda posibilidad de cocinar. 
Según esta tendencia alimenticia ningún alimento debe ser calentado arriba de 40 °C, pero sí deshidratados o fermentados. Esto es porque “el calor disminuye los nutrientes, hace a los alimentos menos digeribles o más tóxicos, o elimina su energía vital”. Pero ¿qué tan cierto es eso? 

Analicemos los  5 mitos sobre los alimentos crudos.

Mito 1. El fuego destruye los nutrientes

Claro que la comida cruda es nutritiva, pero cocinar libera otros nutrientes que de otra forma no estarían a nuestro alcance. Cocinar espinacas libera más hierro y calcio. Las sopas están llenas de nutrientes que no se encuentran en una ensalada de zanahorias, cebollas y papas.

Al comer tanto alimentos crudos como cocidos “obtienes lo mejor de ambos mundos”, dice Jennifer Nelson, directora de la clínica Mayo.

Por otro lado, sobrecocer, tostar o quemar la comida sí puede ser un problema, hay que tener cuidado en no pasarnos de fuego.

Mito 2. El fuego destruye las enzimas.

Sí, es cierto. Pero los de todos modos el ácido del estómago destruye las enzimas. Además, los humanos tienen sus propias enzimas encargadas de romper las moléculas de la comida.

Mito 3. La comida cruda desintoxica

No hay comida ni hierbas que puedan sacar las toxinas de tu sangre u órganos. Lo más que hacen las dietas para desintoxicar es no introducir más moléculas dañinas en tu cuerpo por un día o dos para ayudar a tu hígado y riñones a procesar las toxinas más efectivamente, dice John McDougall, creador del programa McDougall.

Mito 4. El crudismo es saludable

Mantener una buena salud siguiendo una dieta crudívora es un reto. Muchos siguen una dieta así para perder peso, pero en la salud hay mucho más que perder kilos extra.

Muchos de los problemas de esta dieta son las deficiencias de vitaminas B12 y D, selenio, zinc, hierro y dos tipos de ácidos grasos omega. Sin la ingesta de suplementos, sería muy difícil o imposible de obtener la cantidad necesaria de estos nutrientes sólo de plantas crudas.

Otros de los problemas que se pueden presentar es acidez o erosión de los dientes.

Sin embargo, una dieta cruda sí puede ser más saludable que la dieta estándar de comida procesada.

Mito 5. Los alimentos crudos son naturales

“Ningún otro animal cuece su comida”, dicen los que siguen esta dieta. Pero tampoco hay animales que utilizan licuadoras ni animales que necesitan tanta energía para que el cerebro pueda jugar ajedrez.

Juzgar qué es natural es difícil. Civilizaciones humanas alrededor del mundo siguen dietas que consisten en granos, vegetales y carnes que te pueden llevar a unos 70 años de vida. Hay dietas animales confeccionadas por nativos de Siberia que son tan naturales como la alimentación de las tribus en el Amazonas. Por otro lado, no hay alguna cultura humana que haya intentado sobrevivir solamente con plantas crudas.

Cocinar abrió las puertas a un mundo de nutrientes y de calorías. El cerebro humano, después de todo, requiere mucha energía.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Como evitar la fatiga y combatirla durante el embarazo.


Padres atentos: Niños obesos y malas crianzas.




La crisis de obesidad infantil que se ha detonado en el continente americano ha encendido las alarmas de muchos países. Algunos las han enfrentado como una epidemia y un problema de salud, sin embargo, las acciones no han tenido los resultados esperados. De ahí que el asunto ha empezado a verse como un problema social.

una investigación de la Universidad de Indiana ha apuntado que es crucial forjar buenos hábitos en los niños, pero que esto no puede hacerse sólo en la escuela o con campañas externas, sino que tiene más que ver con una forma de vida. Ante todo, señala, Alyssa M. Lederer, quien dirigió el estudio, se trata de establecer rutinas saludables y límites claros.

El equipo de investigadores revisó información de más de 3000 niños de escuelas primarias y encontró una interesante conexión entre los hábitos familiares y la obesidad. El estudio evaluó datos demográficos y los cruzó con factores como el tiempo que pasan los niños frente a la televisión, jugando videojuegos o frente a la computadora, y los alimentos que les permiten comer.


Los hallazgos mostraron que los chicos que tienen en casa una rutina estable y saludable, saben hacer elecciones sanas desde muy temprana edad. Así, quienes tienen bien claras las reglas de convivencia y permisividad son menos proclives a elegir comida rápida y saben equilibrar sus opciones con frutas y verduras. Lo mismo ocurre con los programas de tv que eligen ver así como el tiempo que pasan jugando con la consola.

Los niños obesos y sedentarios, en cambio, vienen de hogares donde los padres compensan la ausencia siendo ultra permisivos, o bien, hogares monoparentales, generalmente llevados por mujeres jóvenes de bajo nivel socioeconómico que deben trabajar doble turno y tienen pocas oportunidades de establecer rutinas saludables tanto para ellas como para sus hijos.

Los investigadores también encontraron que cuando los padres migran hacia una forma de vida más saludable, el peso en los niños se reduce de manera notable, tanto que los chicos comienzan a optar por comida sana y juegos con mayor actividad física al poco tiempo.

Si bien el estudio no aporta descubrimientos novedosos, viene a confirmar la necesidad de un cambio importante a nivel de derechos. Primero, es fundamental brindar mejores oportunidades de trabajo, horarios y programas sociales para las mujeres que sostienen el hogar por sí solas. Esto les permitiría adoptar una forma de vida más saludable, tendrían más tiempo para cuidar su propia alimentación, hacer ejercicio, estar menos estresadas y dedicar tiempo a establecer rutinas saludables con sus hijos.

Por otra parte, el estudio reafirma la necesidad de abordar la crisis de obesidad infantil no como un fenómeno de salud aislado sino como una cuestión social que también por la equidad de género en términos laborales.