Respecto a los huesos, la exposición prolongada a un lugar con gravedad reducida resulta en pérdida de masa ósea y minerales presentes en los huesos, mayor probabilidad de sufrir piedras en el riñón y más riesgo de fracturas después de una misión espacial.
Las alteraciones más claras se han documentando respecto al cerebro y a los sentidos. Las investigaciones han demostrado un impacto en la vista, en la capacidad de orientación e incluso en el control manual de objetos. Respecto al sistema cardiovascular, se han documentado arritmias y una caída en la función vascular que puede reducir el nivel de oxígeno en los músculos y, a su vez, dificulta el movimiento. En situaciones de gravedad cero o gravedad reducida, los fluidos corporales, incluida la sangre, se mueven de las piernas a la parte superior del cuerpo, especialmente la cabeza, algo que puede acabar en serias bajadas de tensión (y desmayos).
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